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domingo, 24 de enero de 2010

Largo domingo de noviazgo


Adiós a un largo domingo de noviazgo. Hasta siempre fiel amante de todos los corazones blancos. Llega el amargo momento de la despedida y llega -cómo no podía ser de otra manera- en domingo.
Todo empezo el verano de 2006. El holandés estaba "ennoviado" con el Manchester United, pero hacía tiempo que ya había comenzado su coqueteo con el Real Madrid. Finalmente, en julio de este mismo año, prometió a los blancos un bonito compromiso de tres temporadas -inicialmente-. Así, comenzó su historia de amor.
Llegó a la Casa Blanca no con ganas de conseguirlo todo -como la mayoría-, sino de darlo todo, -como los mejores-. Gol a gol, jornada tras jornada, fue cumpliendo su promesa. Afianzando su compromiso con ilusiones. Estuvo en los momentos buenos -aún le recuerdo cantando en el Ayuntamiento de Madrid "campeones, campeones" con su acento holandés-celebrando la liga ganada con Capello en 2007. Un año más tarde llegaría la de Schuster.

Pero como las grandes personas, las que quieren de verdad, también estuvo en los malos. Sin reprochar nada al club cuyo escudo reposaba en su corazón cada partido. Titular y suplente a partes iguales, por culpa de sus lesiones, nunca fue infiel al Real Madrid. Nunca habló mal de su media naranja -mejor dicho, merengue-.

Cuando llegaron nuevas novias para el club procedentes de su patria, fue el anfitrión perfecto, sin celos ni rencores. Hunterlaar, Robben, Sneijder, Van der Vaart, Drenthe... Todos ellos encontraron cobijo y apoyo, al amparo del hombre de la amplia sonrisa. Cuando se marcharon despechados entendió a sus compatriotas, pero jamás tiró piedras al tejado blanco, al suyo.

Habrá que dejarle marchar
"Si cuento hasta siete y el tren no ha entrado en un túnel o el revisor no viene, Manech está muerto; uno, dos tres, cuatro, cinco..." decía uno de los protagonistas de la película que da nombre a este artículo, Largo domingo de noviazgo. " Si cuento hasta siete y Van Nistelrooy no ha salido al terreno de juego vestido de calle, Ruud, se queda" tal vez piensen hoy muchos blancos -como una servidora- minutos antes del partido. Pero la realidad no participa en Juegos de Niños. Habrá que dejarle marchar...

Fiel a su estilo, Van Gol, no se va con la más guapa, sino con la menos fea. Quiere jugar, porque en definitiva quiere ser feliz. Y en el Hamburgo tendrá continuidad. Quiere morir profesionalmente con las botas puestas, porque quiere decir adiós al fútbol vestido de naranja. Y quiere hacerlo con La Orange. Habrá que dejarle marchar...

Van Nistelrooy nunca fue un galán como Beckham. Sino un señor. Y por ello quedará para siempre grabado en la memoria blanca. Es cierto que este romance tal vez tenga sabor agridulce. Pero no por terminar, las historias de amor dejan de ser bonitas y han de ser olvidadas.

Esta tarde el Bernabeú abrazará con sus aplausos a Ruud. Le dará un beso en la mejilla con sus cánticos. Y le deseará la mejor de las suertes al corear su nombre al unísono. Pero sobre todo, le agradecerá este eterno domingo de noviazgo.

Hasta siempre Ruud...

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