El mayor resultado de la fórmula aplicada por Guardiola es Pedro Rodríguez. No hay rival que se le resista al habilidoso futbolista canario que, con su hambre de victorias, se está convirtiendo en un jugador imprescindible. Su fútbol moderno, rápido, elegante,técnicamente perfecto y preciso
relega a un segundo plano al mismísimo Henry, al que está forzando a apartarse del primer plano de la batalla antes de lo previsto. Los desafíos son monumentales y ya no hay vacas sagradas. Que se lo pregunten a Ronaldinho, Deco y Eto´o. La receta es perfecta puesto que la estadística es irrebatible. Pedro ha pasado a la historia por ser el único jugador en la historia capaz de marcar en seis competiciones distintas en el mismo año. Otros jugadores más arrogantes y grandilocuentes no pueden presumir de haber logrado una gesta similar. Cosas del fútbol que, tarde o temprano, termina haciendo selección natural para colocar a los mejores en el trono que merecen.
La competitividad del Estudiantes y las controvertidas decisiones arbitrales otorgan mayor relieve a la victoria culé. El ímpetu del trencilla por llamar la atención durante los primeros compases del encuentro, a base de escamotear faltas, penalties y mostrar amarillas innecesarias a los azulgrana, diezmó al Barça hasta tal punto que se fue al descanso con un gol en su contra y sensaciones negativas. Iba a tocar remar contra corriente y, en el mundo del fútbol, esa no es una buena noticia jamás. Y menos teniendo delante a un viejo zorro como es la "Brujita" Verón, que sigue aportando ese toque de genialidad incontrolable allá donde va. De esto se aprovechan hombres como Mauro Boselli, autor del primer gol del encuentro, que sacó petróleo de una indecisión entre Puyol y Abidal con un cabezazo imposible para Valdés. Los argentinos apelaron al fútbol de contragolpe para aumentar sus opciones y la apuesta casi le sale bien al Pincha. Recurriendo a la tradicional escuela canalla que siempre ha caracterizado a este equipo, pusieron contra las cuerdas a los hombres de Guardiola, que no encontraban la manera de perforar el entramado defensivo organizado por Sabella. Hasta el providencial testarazo de Pedro en el último suspiro, los ataques azulgrana se estrellaron una y otra vez contra el frontón formado por los zagueros argentinos, digno de las mejores versiones del catenaccio. Xavi, Ibrahimovic y Messi no encontraban la llave para abrir el cerrojo argentino y tuvo que ser el orgullo del canterano de Abades el que forzara la prórroga. Un gol tan decisivo como el que marcó Andrés Iniesta, el gran ausente en la gran final de Abu Dhabi, en Stamford Bridge a un Chelsea que ya se imaginaba en el Olimpo romano.
Cuando los argentinos firmaban los penaltis y el Barcelona combinaba sin mucho éxito, apareció Messi. El ganador del Balón de Oro quería dejar su sello en los Emiratos Árabes y se inventó un remate inverosímil que dejó petrificados a los seguidores del Estudiantes. El pase de pecho a la red de La Pulga desató el delirio entre los barcelonistas y fue una puñalada en el corazón de los seguidores de La Plata. Es el precio de tener delante a un jugador inimitable que va camino de superar todos los récords del fútbol. Messi vale un imperio. Es un jugador nacido para superar cualquier adversidad y cada día lo demuestra con mayor claridad. Resulta difícilmente comprensible su complicada situación en la selección argentina donde su papel de fuera de serie está muy discutido. No ocurre lo mismo en la Ciudad Condal, donde se le considera un hijo pródigo. Quizás tenga algo que ver en su rendimiento la mano de Guardiola. Por eso no extrañaron las emocionadas lágrimas del entrenador catalán al término del encuentro. Fue un llanto de alegría que refleja la condición humana que impera en un equipo configurado para alcanzar la eternidad.
¡Enhorabuena, Alejandro! y culés... Gran año el del BarÇa sin duda. Al margen de los colores de cada uno, da gusto ver a este equipo jugar al fútbol y eso es lo que importa.
ResponderEliminar(Sin embargo, el 2010 será blanco...)