La noche del pasado jueves resultó en Madrid un compendio perfecto de lo que debe ser la celebración de una gala con aroma a reparto de premios para muchas de las personas que viven del deporte y aman su práctica. Lejos de la pompa y el beato que en esta clase de ceremonias se acostumbra, la sencillez y rectitud fueron los guías para todo lo acontecido un 3 de diciembre que acbó siendo especial para más de uno.
Comenzando por la asistencia y siguiendo por todo lo propio que ha de pasar sobre el escenario, todo transcurrió sin tensión y en un ambiente de camaradería. Al tratarse de unos premios concedidos por un diario deportivo, amén de los protagonistas mayúsculos del evento, los deportitas, se dieron cita innumrables periodistas de otros medios y que aprovechaban para repartir saludos, mantener el contacto y quién sabe si comenzar a perfilar proyectos y colaboraciones futuras.
Sin dejar de valorar a los premiados y teniendo en cuenta sus increíbles méritos, cabe destacar el ambiente curioso que siempre rodea al momento posterior de la gala, ese instante en que los canapés y bebidas gratis cobran incluso más protagonismo que muchas personalidades. El ser humano siente un irrefrefrenable y aún más voraz atracción por 'lo gratis', avalazándose a por el trozito de tortilla con indisimulado descaro, dado que es parte del protocolo. 'Los rectores de la gala tienen a bien a premiar mi asistencia y mis aplausos con estas delicias, yo las consumo con todo el derecho el mundo', solemos pensar todos sin distinción de clases ni posición. Y me parece del todo correcto que todo un jefazo de una de las más importantes compañías comuicativas de este país deje sin canapé a un imberbe estudiante deportivo al hacerse dueño de la última pieza del plato, y es más, hasta me resulta gracioso e hilarante.
La mezcla de personalidades relevantes con los terrenales, por distinguirnos del alguna manera, también conllevó en la Gala del As a más situaciones 'especiales'. El aqui firmante acudió a la gala apasionado por ver a muchos deportistas famosos y caras conocidas pero anteponiendo un cieto distanciamiento propio de su personalidad, y me explico: reconociendo cierta falta de habilidades sociales de trato y comportamiento ante gente desconocida, opte por recostarme, metafóricamente y solo durante unos instantes, en una columna y visionar detalladamente y con poso los movimientos de la gente.
Aplaudo y hasta admiro a aquellos de mis compañeros de máster que escogieron por llevar ellos la iniciativa y acercarse tanto a los deportistas como demás periodistas para dedicarles unas palabras de ánimo e incluso pedirles alguna entrevista. Es encomiable ese atrevimiento pero a lo que más se animo el autor, fue a estecharle la mano a Michael Robinson y felicitarle por exhaustivos informes o por alabar su actuación a alguna de las monologuistas. Por cierto, ésta última fue Marta Nebot, que en un descuido soltó cierta frase, quizás pensando que no la oiamos, que rezaba: '¡mierda, no me traje al novio!' y acto seguido se pegó cual lapa, aunque con permiso previo de ella misma, a la conversación de los alumnos de este máster. Todo lo cual me lleva a resaltar de la importancia vital de los acompañntes a este tipo de eventos.
Sin embargo, lo que más nos llamo la atención a varios de nosotros fue el deambular por la sala, totalmente derrotado y sin ningún interés por nada de una de las voces más apreciables en la narración de los partidos de fútbol en España. Agasajado por varios de mis compañeros, este periodista no dudó en revelar a unos desconocidos que se encontraba amargamente desesperado por la situacón interna que viven los profesionales en su medio de comunicación y mostró sus ánsias por cambiar un puesto de trabajo por el que la mayoría mataríamos. Conclusión: todos nos comentan que en esta profesión las perspectivas de futuro son muy negras, pero ante este caso concreto yo añadiría: alguien esta haciendo las cosas mal.
Me pareció muy loable la humilde actitud de un superatleta como Martín Fiz, ya retirado pero que acudió con su familia a una gala en la que podía pensarse que no pintaba nada y que sin embargo, servía de apoyo incondicional al premio a otra atleta como la copa de un pino, Marta Domínguez. Las fotos en este tipo de situaciones también son un socorro muy requerido, y como en el dicho de quien fue primero, el huevo o la gallina, me atrevo a preguntarme en si no somos los fans los que contentamos el ego de las estrellas al solicitarles una instantánea. El toque de humor en esta fase de la noche, también la dieron los miembros de la selección española de baloncesto Felipe Reyes y Jorge Garbajosa, quienes instaban a su compañero Sergio Lllul a que dejara en paz y no se hiciera más fotos con uno de O Porriño.
Y para acabar, comentar que para muchos la noche de la gala del As continuó con desordenadas fotografías de grupo en la alfombra roja del fotocoll pero que no puedo valorar porque este txto se centró en qizás vanalizar los momentos íntimos entre famosos deportistas y supuestos don nadies durante la hora y pico que puedan durar los ágapes de una entrega de premios.
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