Por Alejandro Rozada

Ahí los tenemos. Grítenlo: somos los mejores. No se corten. Hemos vuelto a cumplir las expectativas. La selección española de tenis alzó su cuarta Ensaladera. Una vez más salimos triunfadores en la foto que verá todo el mundo. Ante un público entregado, que llenó las gradas del Palau Sant Jordi de Barcelona el pasado fin de semana para romper con la norma no escrita de que en las pistas de tenis apenas se puede levantar la voz, el combinado nacional triunfó de manera incontestable y culminó su particular luna de miel con la Copa Davis. Otro éxito mayúsculo en el Mundial de la raqueta que refleja la edad de oro del deporte español. Podemos estar orgullosos de ser compatriotas de Rafael Nadal, Fernando Verdasco, Feliciano López y David Ferrer. Cuatro formidables tenistas, pero ante todo cuatro chicos sencillos que ejemplifican a la perfección el triunfo de la sencillez, del trabajo bien hecho.

La gesta no admite debates. La prensa es unánime y no escatima elogios para realzar los méritos de un equipo que hace maravillas en el tenis. Cada periódico resalta diferentes instantes de la hazaña pero todos coinciden en que ésta es una de las mejores generaciones de la historia. No quedan fantasmas. Victoria a victoria, los deportistas españoles se sacuden sus miedos y fulminan todas las barreras que antes les atenazaban. Ahora, ya no hay bestias ni supersticiones. Se puede ser favorito y ganar, sin miedo ni complejos. El deporte está haciendo justicia con España, un pueblo que progresa al ritmo de la modernidad y una sociedad abierta que se abraza a la competencia para exponer su fortaleza. Nos gusta ser así porque nuestros corazones tienen razones que las razones de nuestros rivales entienden cuando nos deben estrechar la mano tras sucumbir a nuestros encantos. Lo recuerdo: somos cuatro veces campeones del mundo de tenis. Una razón de peso para sentirse orgulloso de ser español.
No se trata sólo de una cuestión de éxito y ambición. Ésta es, además, una generación ejemplar, virtud esencial del liderazgo. Nuestros tenistas son líderes y su influencia ha abierto nuevas fronteras en nuestro territorio. Las esperanzas no nacen, se desarrollan y mueren en París, en la tierra batida de Roland Garros. Ya no se puede hablar de un torneo fetiche porque todos están al alcance de las manos de nuestros tenistas. España es la principal potencia del tenis mundial y el 5-0 endosado a la República Checa en la final de la Davis ilustra la superioridad de la "Armada", un bloque fascinante capitaneado por Albert Costa. Se pueden enumerar diferentes datos que sitúan a España como una referencia, pero el título principal de este equipo es la unidad. Todos son buenos, nadie alardea de sus habilidades. Prima el trabajo colectivo por encima de las individualidades. Así es mucho más fácil cumplir los objetivos.

Me parece una buena visión sobre el 'buen rollo' del equipo español de la davis y acertado también el reflejo de la superioridad, enhorabuena por el artículo, a mi la verdad me gustaría comentar esta final, pero no pude verme ningún partido entero
ResponderEliminar