El Entrefútbol, en dónde la practica no lleva a la perfección

domingo, 7 de marzo de 2010

Estimado Pep...

¿Qué pasa? ¿Qué es lo que va mal? ¿Has caído en la vorágine de locura que invade el mundo?

Tengo miedo. No te reconozco. Mi admiración por ti está dolida desde el encuentro frente al Almería... Ya cuando eras jugador del Barça te profesaba un respeto absoluto dentro y fuera del campo por esa imagen de respeto y señorío. Cuando dejaste España y diste con tus botas en tierras italianas vino aquel turbio asunto del dopaje, la gran lacra del deporte. Jamás te creí capaz de ello y por eso ignoré las críticas y los palos injustos que te dieron en aquella época.

Ahora como entrenador mi pasión y admiración ha crecido hasta cotas insospechadas. Y digo esto por mi ferviente madridismo. Los que compartan mi afición por el actual líder de la Liga pueden no comprender mi entusiasmo por ti Pep. Me da igual. Conseguiste que me aficionara a tus partidos en las categorías inferiores del gran enemigo. Insólito, créeme. Entonces llegó el salto al primer equipo donde todo se magnifica, donde un detalle mínimo se observa con lupa. Los fallos no se permiten. Sólo hay un objetivo: Ganar y superar al Real Madrid. Lo hiciste Pep. Transformaste un Barça errante en el mejor equipo que han visto mis ojos en 23 años. Me fastidia y te envidio. Todo lo que puede ganar un club en una sola temporada reposa en las vitrinas blaugranas.

Me imagino que tras la temporada 2008/2009 el hambre y las ganas de ganar disminuyen y tu papel dentro del vestuario se antoja más complicado que nunca pero eso no supone razón de peso para perder la entereza y la clase (agrandada aún más si cabe cuando te enfundas los trajes de Dsquared). Pep respira y cuenta hasta el número que necesites para evitar numeritos innecesarios como el ocurrido durante el partido frente al Almería. Olvida los villaratos y demás inventos de la prensa deportiva, no entres en su juego, ya sabes como somos. No es propio de alguien de tu nivel… Me da rabia tu locura transitoria. Tu desquiciamiento hace flaquear mi creencia en ti. Vuelve Pep, por favor…

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