Querido tigre:
La que has liado. ¿Para qué te metes en estos fregaos? Tú que puedes presumir de prestigio, fama y reconocimiento social. ¿No sería más fácil que te dedicaras a disfrutar de la vida desde el butacón que te concede una energía a la que algunos gatitos no aspiramos ni en 7 vidas? Un felino como tú, que puede presumir de estar al lado de una de las más hermosas tigresas de la selva, ¿no te conformas con su amor? ¿Acaso no tienes una vida lo suficientemente ocupada con los tuyos como para andar perdiendo los papeles de flor en flor como un cachorrito en celo? Por lo visto, eres un cachorrito en celo aún al que no se le puede poner ningún cascabel. No, definitivamente, no hay quien te dome.
¿Y por qué actúas así? Ya lo sé: eres víctima de haberte emparejado demasiado pronto. Quizás te habría gustado más seguir viviendo en soledad, con un dominio absoluto de tu territorio, de tu densa sabana. Sin embargo, te ha podido el olfato cazador. No lo niegues. Lo tuyo es salir de caza a la busca y captura de nuevas piezas. Tu tamaño te otorga más capacidad que a las hembras para ocupar el territorio y, cómo no, tú te aprovechas de ello. ¡Anda que no sabes nada, canalla! ¡Cómo te gusta hacer ostentación de tu pelaje y magnitud! Si a estas cualides le sumas tus potentes rugidos y tu capacidad para actuar por tierra, mar y aire, eres todo un jaguar al que cuesta echar el lazo. Te mueves por tan amplios y vastos terrenos, que puedes llegar a camuflarte a pesar de tu gran envergadura. Siempre a la caza de nuevas presas.
Pero te han pillado, tigre. Aunque agaches la cabeza y escondas las garras para disimular, esta vez te han cazado a ti. Algo has hecho mal. O has escogido una táctica equivocada, o has errado en el proceso de elección, o bien has actuado por despecho buscando piezas a la desesperada cuando ya habías conseguido una. Admítelo: no tenías las ideas claras. Te ha fallado el instinto de supervivencia y ahora eres víctima de tu rencor o de tu inconsciencia. Y te están lloviendo los palos por todas partes. Esos palos que tan bien habías dominado hasta el momento para conseguir tus objetivos, ahora se han vuelto contra tí. Y te están haciendo daño, mucho daño. Te sientes preso en el interior de una jaula, capturado detrás de unos barrotes que te están privando de la libertad que con tanta ligereza habías disfrutado. Muchos sostienen que te lo has ganado a pulso, pero yo soy tu amigo y te apoyo.
Todos podemos ceder ante las garras del placer, la lujuria, la exaltación. Es imposible resistirse a los encantos del sexo. Lo provoca la propia naturaleza, que desde su sabiduría ha fomentado el intercambio y la mezcla de genes para la reproducción. Es la gran dicotomía, el blanco y el negro, el ying y el yang. ¿Objetivo? Cuanto más distinto, mejor. Nadie se puede resistir a satisfacer su necesidad reproductiva porque conllevaría nuestra desnaturalización como especie. Sí, te puede sonar muy profundo, pero comprender que somos diferentes genéticamente es el primer paso que se debe dar para comprender el origen de nuestros conflictos al relacionarnos con el género opuesto. Conocimiento, tolerancia y respeto, amigo. Las palabras mágicas para comprender mejor nuestro mundo y a nuestras compañeras. A pesar de todo lo que se ha dicho sobre tí, no temas. Yo creo que has tenido estas premisas muy en cuenta y simplemente te dejaste guiar por el instinto del macho. Comprensible. Nos pasa a todos.
Me resisto a pensar que eres un adicto, un obseso, un enfermo. ¿Cómo se puede diagnosticar la adicción al sexo? ¿Cómo se mide? ¿Qué tratamiento se utiliza? Todos sabemos que los machos luchan por la posesión de las hembras. Y los más vigorosos, los que mejor se adaptan a su lugar en la naturaleza, engendrarán mejor progenie. Nadie te puede discutir ésto a ti, tigre. El cuerpo del macho y de la hembra son diferentes porque están creados para funciones diferentes. Nosotros ponemos la semilla de la fecundación y ellas tienen como fin la procreación. Ellas se aprovechan de esta capacidad y nos chantajean cuando les conviene pero los buenos tigres tiene la suficiente capacidad para seleccionar y actuar por su propia cuenta. Sin debilidad. Jamás se aceptará ese rasgo como cualidad de una pareja. Y tú estás a punto de sucumbir, tigre. Has reconocido tus errores y eso te honra. Estás arrepentido. Pero debes recordar lo que dijo Madame de Swetchine (casualmente una hembra): "El arrepentimiento es el remordimiento aceptado". Y un gran felino como tú no puede tener remordimientos por haber actuado con la libertad que te otorga tu condición. Así que te ruego que no pierdas la fortaleza ahora. Tu seguridad te ha hecho grande y se lo has demostrado a todos. Valora lo que te escribo y evita que esta carta se convierta en un canto del tigre.
Nos veremos pronto en la sabana.
Un abrazo, camarada!
PD: Te envío esta foto para que tengas claro cuál ha sido siempre tu lugar ;)
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