El Entrefútbol, en dónde la practica no lleva a la perfección

miércoles, 14 de abril de 2010

Punto y final

No sé si es producto del desencanto que me produce esta sequía de títulos que parece prolongarse hasta el infinito y más allá. Tampoco podría saber si es culpa del vaivén del tiempo que es culpa de todos nosotros o incluso del baile de hormonas femeninas que es un topicazo y, tristemente, es real aunque muchos de ustedes no se lo crean.



El caso es que he decidido plantarme. Dimito. No más ilusiones. He tirado a la basura mi fe inquebrantable en un equipo de bastardos, perdón por la palabra malsonante. No quiero saber nada de ese equipo que consigue que pierda mi tranquilidad futbolera. Ni un céntimo de mis ahorros para apoyarles. Ni una sola voz para animarles. Destierro total. Es más, deseo que este juego en el que todos participamos y que tiene como nombre vida les de un escarmiento.


Oigo en el autobús o en las cafeterías que ahora más que nunca debemos estar con el equipo y que los jugadores tienen que sentir nuestro aliento de apoyo. ¿Perdonen, me están diciendo que tengo que ser incondicional con un grupo de patanes que no tienen ni idea de los sacrificios que hacen los 80.000 aficionados que llenan su estadio fin de semana sí, fin de semana no? Una cosa es que me haga la tonta y otra bien distinta que lo sea. Creanme cuando les digo que estos señores pierden un partido, se duchan, pasan ante los periodistas, hacen el paripé afirmando que están desolados por la derrota, cogen su Audi, se van a casa y a otra cosa mariposa. Si te he visto, no me acuerdo que suelen decir los golfos nocturnos y diurnos (que también los hay). Sin embargo, un aficionado sale del estadio con las ilusiones hechas añicos, sabiendo que ha tirado a la basura el dinero de su abono o de su entrada, sintiendo que 'sus chicos' otra vez le han vuelto a fallar. Otra vez porque ya van tres: Alcorcón, Olympique de Lyon y Barça. Mientras tanto los protagonistas de tal desastre como si la cosa no fuera con ellos. Ni frío ni calor.



Probablemente estas palabras nunca jamás lleguen a los responsables de ese club que ya ni etiqueta de ello tiene, sino que se ha convertido en una asquerosa empresa cuyo objetivo es hacer cantidades inmensas de dinero y que es capaz de destrozar a las personas. Poderoso caballero don dinero que corrompe y nos hace ser avariciosos sin control alguno. Menos aún acabarán en un vestuario donde el señorío y el significado de un escudo han caído en el más triste de los olvidos. Señoras y señores, a mí me da vergüenza que esas personas defiendan el mismo escudo por el que lucharon gente como Camacho, Juanito, Di Stefano, Gordillo, Gento o Puskas por nombrar los que primero aparecen en mi cabeza.



Este grupo de gente ha conseguido que mi madridismo, como el de otros tantos aficionados, se rompa. Suficientes problemas tenemos todos como para añadir el sufrimiento y la impotencia que provoca su total pasotismo hacia el club que les da de comer, les engrandece y, por supuesto, les llena las carteras. Faltaría más. Me resbala totalmente que me tachen de mala madridista porque, sinceramente, me resbala lo que hagan a partir de ahora. Me viene a la mente uno de los partidos iniciales de Raúl; el Real Madrid ganaba y Valdano le sentó en el banquillo. El chaval se enfadó con el entrenador, se alegró de que el rival empatase el partido e incluso deseó que su equipo perdiese, preso de la rabia. Le comprendo porque en esa misma situación estoy yo. Ojala el Real Madrid, tan pomposo y millonario, pierda los partidos que le restan. Un baño de humildad en toda regal que buena falta hace. De esta forma todos, desde el presidente hasta el último jugador de la plantilla, aprenderían que con dinero se pueden comprar ilusiones pero éstas se acaban diluyendo; que se pueden comprar jugadores guapos y musculosos, jugadores con clase, jugadores que aún estamos esperando que aparezcan y hagan algo, por poco que sea, o jugadores de la cantera pero que no se puede comprar un sentimiento de equipo, de historia, de grandeza, de escudo. Por que los sentimientos no tienen precio, nacen dentro de cada uno y dentro de un grupo de mercenarios no tienen cabida.



PD.: Para más sonrojo del Real Madrid millonario del señor Pérez, en el partido en el que se jugaban la Liga (el único título que podían conseguir, tiene bemoles la cosa) tuvieron que salir dos señores a solucionar el partido. Uno es José María Gutiérrez, el eterno criticado, y se va del club. Otro es Raúl González Blanco al que ustedes tanto critican y al que el club por el que ha dado la vida, le ha dado una patada como si de un perro callejero se tratase. Yo si fuera el señor constructor, revisaría los cimientos de este proyecto que se resquebraja por todos lados.

3 comentarios:

  1. muy duras palabras, pero espero elena que solo sean una terapia de choque, un desahogo momentáneo que si al final se acaba ganado la liga, recuperes la fe; de equipo no se cambia en esta vida (de otras muchas cosas sí) aunque me temo que no es un calentón no?

    ResponderEliminar
  2. Carlos yo he dimitido del Real Madrid... Me cansan y me decepcionan tanto q paso de sufrir más x gente q no siente nada x un escudo cargado de épica y de historia y q encima pasan de los esfuerzos de una afición q pase lo q pase siempre les apoya... Yo me retiro y me entrego al Real Zaragoza!

    ResponderEliminar
  3. pues animo entonces, aunque todos sabemos que volveras al redil ya jejeje

    ResponderEliminar