El Entrefútbol, en dónde la practica no lleva a la perfección

domingo, 14 de febrero de 2010

La pareja perfecta


No suelo hacer mucho caso a la prensa del corazón. No me gusta este tipo de periodismo. Recelo de los paparazzis. Si una revista de papel cuché llega a mis manos, lo máximo que puedo hacer es ojearla como paso previo a arrojarla en el contenedor más próximo, preferiblemente de reciclaje. Con todos los respetos hacia las personas que se ganan la vida gracias a estos contenidos, no hago mucho caso de las informaciones que publican "¡Hola!", "Lecturas", "Qué me dices" o "Diez minutos". Me resultan publicaciones excesivamente huecas y previsibles, alejadas del factor novedad que siempre debe acompañar al buen periodismo.


Sin embargo, hay informaciones a las que concedo al menos el beneficio de la duda. Siempre que tengan, claro está, un tono ligero, afable y educado, acompañado de imágenes de buen gusto. Muy alejadas de las prácticas que se siguen últimamente en determinadas revistas y ciertos programas del cotilleo. Un ejemplo de este tipo de informaciones potables lo pude encontrar este sábado, víspera de San Valentín, en el suplemento "La Otra Crónica" de El Mundo. Ya en la primera página de este periódico se podía encontrar un sumario que anticipaba la noticia: "El portero batido por la reportera. Iker Casillas y Sara Carbonero, nueva pareja del año". Ya en el citado cuadernillo, junto a una gran fotografía de los dos protagonistas, encontré más detalles acerca del probable idilio entre uno de los futbolistas más carismáticos del mundo y la periodista más sexy del planeta. Según relata el artículo, al término del encuentro que enfrentó al Real Madrid y el Espanyol, el portero madridista se fue con varios amigos a la discoteca Pachá. Allí coincidió con Sara Carbonero. En la penumbra de un reservado, ambos dejaron entrever que eran más que amigos. La flecha del amor había hecho diana.


Son la pareja perfecta. El mejor portero del mundo con la periodista más deseada. Ninguno tiene dependencia del otro. Es la combinación ideal. Él no necesita a su lado a un monumento para presumir y saciar el apetito de su ego. Ella no se deja deslumbrar por el primer galáctico que se cruza en su camino. Los dos son guapos y ricos. Pero, sobre todo, son dos personas normales con los pies sobre la tierra. Íker es un tipo discreto, sencillo y humilde de Móstoles, amigo de sus amigos, al que no le deslumbran los flashes de la fama, el poder y el dinero. Gana muchos millones al año por hacer bien su trabajo, por ser un currante leal a su compromiso con un club de fútbol, y no es un arrogante que sucumbe ante cualquier delantera potente. A Sara le sucede algo parecido. Es una profesional brillante que se ha ganado el respeto de los espectadores sin necesidad de recurrir a sus encantos primarios. La audiencia canta y respalda cada noche esta afirmación al situar su informativo entre los más vistos de su franja horaria. Algunos dicen que cobra 100.000 euros anuales por ser la subdirectora de deportes de Telecinco. Seguramente podría cobrar aún más si se dejase llevar por las ofertas que recibe para ejercer otro tipo de periodismo. Sara no se vende. Tiene la suficiente personalidad para desechar estos cantos de sirena y seguir ejerciendo su vocación de periodista deportiva.


No hace falta ocultar que Íker y Sara, Sara e Íker, van a dar mucho que hablar en los próximos días. Seguramente aparecerán muchas informaciones sobre su relación. Las lenguas viperinas se afilarán para poner en cuestión su idilio. Cosas de la envidia. Ellos, que son suficientemente guapos y maduros, seguirán adelante porque no tienen nada que esconder. Casillas no necesita a Carbonero para ordenar su vida y ser más respetado. Carbonero no necesita a Casillas para ser más apreciada y aumentar su fama. La lista de pretendientes de ambos es interminable. Ninguno necesita alardear de sus virtudes para sentirse mejor. Ya son triunfadores, famosos y deseados por separado. Entonces, ¿por qué se unen? Simplemente porque no cambian para estar juntos. Son naturales y espontáneos, sencillos y honestos, bellos y encantadores. Ahí comienza la auténtica seducción. Y, sobre todo, se quieren a ellos mismos tal y como son. Así han conseguido el éxito en la vida. Sin debilidad. Ya dijo Baltasar Gracián aquello de "no hay perfección donde no hay elección". La pareja de Íker Casillas y Sara Carbonero pone de manifiesto que Cupido lo ha vuelto a conseguir. El amor verdadero ha triunfado. El periodismo está de enhorabuena.

1 comentario:

  1. A Iker no le envidio ser portero del Madrid, o de la selección... no, le envidio es poder estar con esta mujer que me deslumbra... tenes razón, ella no se fue con el primer galáctico... una bella pareja, ojala duren mucho...

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